En los tiempos que corren los que tenemos carreras de Humanidades nos sentimos achantados por esas mentes brillantes de la ingeniería, de la física, de las telecomunicaciones…
Toda la vida he estado orgullosa de ser de letras, pero reconozco que es un sentimiento que huele a premio de consolación. No sabemos sacarle el lustre que se merece.
Nos decimos: ¡Somos imprescindibles aunque no se nos valore actualmente! Y nos forzamos a sentir una superioridad moral de talentos incomprendidos…
¿Por qué somos necesarios?
Resulta que ya no tenemos que esforzarnos en ponernos de puntillas y mirar por encima del hombro a algún ingeniero teleco porque por fin… Los de letras somos necesarios.
Empezamos a ser conscientes que una cosa es poner el marco, y otra… rellenarlo.
Porque si no tuviéramos esa arquitectura virtual de las webs y las redes, las palabras, los contenidos, se esparcirían, volarían sin sentido por el éter de las wifis.
Y se perderían.
Por otro lado, si solo existiesen esos marcos que lo alojan todo, sin nada que contar o comunicar, el espacio estaría hueco. Vacío. Aburrido. Con ese eco de las oficinas el fin de semana.
Por eso podemos asumir que se necesita creatividad y capacidad de comunicar, para dar sentido y calor a esa arquitectura de webs y asistentes tecnológicos.
Y no lo digo yo, por favor leed a Cristina Aranda, filóloga y directora de marketing de Intelygenz y cofundadora de MujeresTech.
Tuve la suerte de escucharla y sentir su brío guerrero en una jornada para atraer más mujeres a la tecnología organizada por la Cámara de Comercio de Zaragoza.
¿Por qué hay que ser de un bando?
Y hablando de cosas en común, no puedo evitar referirme al #11F, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia
Yo lo siento un poco mío aunque eso de las ciencias y las letras… Ese desgajarse forzado desde pequeños a escoger bando, ¿es realmente útil? ¿Cuantos niños conocéis que cuando les toca el turno no saben definirse? Quizá vosotros mismos en su momento.
Te obligan a decidir con menos de 15 años qué camino tomar. A algunos les gusta la biología pero odian las matemáticas. A otros les gusta la lengua pero detestan la historia. Son los modernos divergentes.
Pero es que… ¿Por qué nos tenemos que limitar? ¿No nos necesita la tecnología a todos?
Así que amigas, amigos de letras, disfrutad de esta tregua.
Aunque Sheldon y Amy no se den cuenta…Nos necesitan y… les necesitamos.
Juntos trabajaremos mejor.