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Linkedin: lo mejor y lo peor de ser un escaparate

La Semana Pasada Asistí Al LinkedDay. Era Un Evento Impartido Por Enviroo Y Organizado Por  Zaragoza Activa Que Se Prolongaría Durante Todo El Día.

 

No solo se hablaría de LinkedIn, también de marca personal, gestión del tiempo, desarrollo profesional. Terminaríamos el día con una gran mochila de conocimientos que llevarnos a casa. Y así fue.

Mi mochila del LinkedDay es ahora como la de esos estudiantes americanos que vienen a Europa a pasar un mes en Interrail y van cruzando fronteras y añadiendo objetos que son imprescindibles para su supervivencia. Ahora mismo tengo una cantimplora de gestión del tiempo que podría ser un bidón de cinco litros; un saco repleto de recomendaciones sobre las armas que puedo usar en LinkedIn; y para qué mencionar la marca personal, toda una mochila de sherpa. Ahora toca volver a casa, desempaquetar y darle uso a todo.

Como nos transmitieron los profesionales que impartieron la formación en el LinkedDay y que a estas alturas todos imaginamos, no puedes no estar en LinkedIn, es el perfecto escaparate, abierto 24 h, donde mostrarte profesionalmente.

Dicho esto vale la pena parar y reflexionar, ¿somos un escaparate activo? ¿Digno de los tiempos que corren? ¿O somos un escaparate propio de otra época? Todos tenemos en mente algún escaparate que parece encapsulado en el tiempo. En mi caso una ferretería de barrio donde una capa de polvo recubría las llaves inglesas y enmohecía los mangos de los martillos.

Por eso me interesó mucho la intervención de Jorge Suárez González en la que hablaba de las armas que tenemos a nuestra disposición los usuarios de LinkedIn. Y es que la mayoría son gratuitas y no requieren de una gran destreza digital, pero si es necesaria cierta soltura social y habilidades comunicativas.

La más evidente: las invitaciones. Y el error más común: enviar invitaciones sin un texto que las acompañe. No tiene más sentido que coleccionar cromos de gente que no conoces para llegar al mágico número de 500.

Todos lo hemos hecho alguna vez, por prisa o por falta de interés. Pero si nos paramos a pensar en el “para qué” conectamos con alguien, no tiene mucho sentido. Yo ya solía enviar las invitaciones con texto, de hecho las que he enviado así siempre han sido aceptadas.

Ahora, después del LinkedDay, me he propuesto subir un escalón. Tenía mi LinkedIn un poco aletargado y como lo estoy reactivando parece que soy más visible y me están llegando invitaciones a conectar de gente que me parece interesante.

Si me llegan sin texto tardo en contestar. Me lo tomo como una falta de interés. Pero no las olvido, cuando tengo más tiempo miro el perfil y busco puntos de conexión. Casi siempre los hay. Y si acepto le envío un mensaje contándole en que podría ser interesante una colaboración. El 80% de las veces recibo feedback y he de decir que incluso propuestas de colaboración.

 

LinkedIn no puede ser solo un escaparate, tiene que haber conexiones reales. Si solo es un escaparate tendrá lo mejor y lo peor de ellos, todo se ve, pero hay un cristal en medio que no permite el contacto.

La jornada del LinkedDay fue una buena muestra de ello, gracias a los organizadores y a los formadores las personas que acudimos allí tejimos una pequeña red en pocas horas en la que Linkedin es nuestro hilo conductor.

En mi caso tanto con asistentes como docentes como Paula Rivera Lamata pueden surgir colaboraciones, asistencias, proyectos…

 

Linkedin nos da el hilo, tejamos nosotros la red. Y la red, como nos explicaron, se teje con nuestro tiempo, propósitos definidos y capacidad de comunicación.

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